En esta área se contemplan dos aspectos distintos: en el primero la recogida de información básica de la familia y su dinámica, útil para el trabajo con la misma y con su hijo, y en el segundo tres subáreas en las que se analizan varios indicadores dirigidos a detectar posibles necesidades de atención que centrarán nuestra intervención.
En el primer apartado se recoge información relativa a la vivienda, la forma en que la familia colabora con la educación de su hijo, las dificultades y posibilidades que ésta tiene…
En el segundo se analiza la situación familiar en tres niveles: afectivo/emocional, social, y educativo. A partir de indicadores de estos tres tipos, se elabora un programa de intervención en el que los objetivos parten de las carencias detectadas. Se trata de ayudar a la familia a comprender con precisión y realismo las implicaciones del déficit visual de su hijo y a saber ayudarle en aquello que necesita a la vez que promueve su autonomía, informando y facilitando el acceso a distintas ayudas y prestaciones, colaborando en la búsqueda de recursos, coordinando la acción conjunta de distintos servicios y reforzando los recursos familiares dentro de sus grupos sociales, apoyando sus propias redes sociales.
Se puede definir como orientación educativa al conjunto de ayudas que el alumnado recibe para adquirir un mejor conocimiento de sí mismo, a la información recibida sobre las diferentes alternativas que se ofertan durante sus estudios y las opciones que tendrán al concluirlos, tanto en el ámbito académico como en el laboral. En definitiva, se trata de que el alumnado aprenda a tomar decisiones en relación con su futuro inmediato, teniendo en cuenta a los agentes externos que rodean al alumno: familia, centro escolar, grupo de amigos, la Empresa. Nuestros alumnos habrán de tener en cuenta también las características propias de su déficit: limitaciones, posibilidades, condicionamientos específicos como materiales especiales, etc.